Ensayo 1_María Arce
Repensando un lugar del territorio
Repensar
un territorio es un reto que implica gran compromiso de quien o quienes lo
realizan, ya que éste debe verse desde la integralidad de actores, factores,
condiciones y componentes que le caracterizan y que se han construido a lo
largo de su historia.
Para
identificar una “oportunidad de desarrollo” en un territorio, primero es
importante reflexionar ¿qué se entiende por desarrollo?, ya que es un término
que puede discutirse desde diversos enfoques, pero que ha estado asociado
principalmente a factores económicos.
Sin
embargo, en la confluencia del término si se quiere hacer referencia a
crecimiento, transformación positiva y de satisfacción del territorio, hay que
ver el desarrollo como una articulación de aspectos sociales, culturales,
políticos, que están estrechamente ligados a la dinámica del ser humano que lo
habita.
Y
si también pensamos en “oportunidad de cambio, de transformación, de
crecimiento, es importante preguntarse ¿para quién o para quiénes?, ¿en
beneficio de qué o de quiénes?.
De
este modo, hablar de la posibilidad de transformación a nivel de territorio, considero
todos y cada uno de ellos tienen la posibilidad de hacerlo, sin embargo, no es
una receta para todos, ya que cada uno tiene su particularidad, sus recursos y
su propia esencia, de ahí la importancia de pensar en modelos de planeación
participativos.
Para
hacer el ejercicio de reflexión de lo anterior, sobre un espacio del territorio
en concreto, voy a visualizar la zona que circunscribe el lugar dónde habito,
es en Costa Rica, en la provincia de Alajuela, en el cantón central. Es una
zona ubicada aproximadamente a 4km del centro de la provincia, como se puede
observar en la siguiente imagen.
Imagen N°1
En el lugar aún se conservan dos propiedades de gran tamaño, que son aún “un
pulmón” verde de la ciudad, pero que la construcción de obra de infraestructura
como proyectos residenciales y comercio poco a poco empieza a cambiar el
aspecto físico y por tanto los usos del lugar, ¿será eso parte del desarrollo
que está teniendo la zona?, quizá sí, si se percibe desde el punto de vista
económico, pero desde el punto de vista cultural, ambiental y social para las
personas que han habitado ese lugar durante toda su vida, ¿lo percibirán como
desarrollo?
En
esta parte del territorio, podría decir que esas dos propiedades bastante
prominentes, son un tesoro para el lugar desde el punto de vista ambiental
dónde existe gran diversidad de flora y fauna muy cerca de la ciudad, son
propiedades cultivadas de café, que están atravesadas por el Río Itiquís. Un
lugar verde, que no solo contribuye positivamente en las condiciones de vida de
las personas que habitan alrededor, sino del país y del planeta en general.
Es
una zona rica en conservación de la naturaleza, pero que las condiciones
propias de la ciudad moderna y por ende de la construcción de obra de
infraestructura viene cerca queriendo expulsarla y desaparecerla. Y hablo de
desaparecerla, porque no se percibe que se esté promoviendo una interrelación entre
los diferentes ciclos de los seres vivientes que conforman el lugar en una
relación de equilibrio, en una relación de gana-ganar.
Un
lugar que puede conservar su valor ecológico pero que también puede convertirse
en un lugar turístico, que incluya infraestructura adaptada a la zona, considerando
la cercanía con la ciudad, y incluso con el aeropuerto internacional Juan
Santamaría, por dónde ingresan la mayor cantidad de turistas al país (a 7km de
distancia).
De
manera que, un balance entre un tesoro ambiental que existe en este lugar, pero
que además es un tesoro económico para sus propietarios por el alto valor de la
tierra, viendo la rapidez con la que está aumentando la construcción de obra
física, a corto, mediano plazo, ese pedazo de tierra puede cambiar su uso y esa
transformación será desarrollo ¿para quién? o ¿será ganancia para quién y ¿será
pérdida para quién?, son propiedades privadas dónde sus dueños decidirán según
sus intereses personales el destino de la tierra.
La
propiedad privada generalmente es sinónimo de individualismo. Las propiedades
privadas se ubican en un territorio, pero no significa que sus
propietarios(as), tengan sentido de pertenencia al lugar, consideren su parte
de tierra como una pieza del rompecabezas que le dan lógica y sentido a un
territorio y por ello, la transformación que pueda ocurrir a corto-mediano
plazo es incierta, y quienes pertenecen al territorio “tienen” que adaptarse a
las nuevas transformaciones, las cuales no siempre aportan al buen vivir, lo
que debería ser, que las transformaciones de un territorio de adapten al lugar,
a su esencia a su proyección de futuro.
Tal
cómo se menciona en el texto de Massiris (2005)[1], es importante que la
planificación del territorio tenga un “carácter prospectivo-estratégico,
dónde se actúe en el presente guiado por el criterio de que los hechos futuros
no deben ser sorpresivos, sino el resultado de una construcción colectiva
consciente…”
De
manera que la existencia de un plan de ordenamiento territorial se convierta en
una guía a futuro para la transformación del territorio, pero este plan debe
hacerse reflexivo con y para las personas que habitan el lugar, para que su
esencia se conserve en el marco del crecimiento. Cuando prevalecen los
intereses meramente económicos y desde una visión de obra constructiva y se
deja de lado o con mínima importancia el lado humano del ordenamiento del
territorio no será una transformación exitosa ni sostenible.
Considero
que de las principales limitaciones que no permiten enfocar acciones para
fortalecer estos “tesoros” en los territorios están relacionados por un lado la
“no conciencia del habitar” que existe en las personas, la falta de conciencia
de su entorno, de su dinámica activa en el territorio y esto hace que no se
genere proyección.
Me
parece importante mencionar que en el marco de la conciencia del territorio es
necesario que los diferentes actores que lo integran; conozcan cómo era el
territorio antes, cómo es la dinámica actual y cómo se visualiza a futuro,
justamente para que se tomen las medidas necesarias y se cambie el rumbo de la
transformación hacia dónde genere mayor satisfacción consensuada al colectivo.
Y
en este aspecto el cual considero que se convierte en otra limitación, es el
papel de los gobiernos locales, quiénes deben hacer acciones políticas en el
territorio, conocerlo para fortalecerlo, sin embargo, en muchas ocasiones los
intereses de los gobiernos locales en la representación del jerarca se
convierten en intereses personales, intereses partidarios, intereses gobierno y
no intereses de Estado, intereses con objetivos país, y así escala a nivel
local, regional y nacional.
Por
lo tanto, el ordenamiento territorial debe trascender que su objetivo principal
sea optimizar el uso del suelo o controlar el espacio físico con respecto a la
localización y las dimensiones de la infraestructura y considerar de suma
importancia en los procesos la geografía humana, tal como lo indica el texto de
Massiris (2005)[2],
donde se toma en cuenta “la subjetividad, la intuición, la experiencia y el
simbolismos o significado del lugar, que permitan comprender el territorio en
su realidad” y así orientar su planificación.
Considero
de suma importancia tal como lo menciona el Dr. Marcelo Sili, en su webinar,
que exista un diálogo entre los proyectos, normativas e instrumentos para
organizar de manera coherente y lograr un territorio funcional y de
satisfacción, pero me queda la duda, al menos en Costa Rica si realmente existe
esta conexión de normativas nacionales y locales, ya que es muy frecuente ver
reglamentos, políticas, en fin legislación, que se construye desde las
diferentes instituciones o sectores, pero que se convierten en instrumentos
aislados entre sí y no se percibe una visión prospectiva, con objetivo país,
provincial, cantonal, distrital, barrial.
En
este sentido, a pesar de que el Ordenamiento del Territorio tiene una fuerte base
política, debería responder a objetivos macro y no responder a particularidades
intereses o de “ocurrencia” de los gobiernos de turno, sino de políticas de
Estado que tengan sostenibilidad en el tiempo y que permitan la transformación
y la evolución consciente de los territorios, dónde se fortalezca el ADN de
éstos.
Sobre
esto se hace necesario pensar, desde un enfoque humano, qué tipo de habitar se
quiere tener en el lugar, que permita a las personas tener conciencia de su
entorno y su interacción con él, de manera que en su habitar se perciba
satisfacción, y que la institucionalidad pueda dialogar con los diferentes
actores ¿qué clase de territorio se quiere?, porque el territorio también es
una mezcla de historias, de experiencias, de luchas, que deben también
considerarse.
Bibliografía
Gallo, I. (2022), Docente del Curso: Fundamentos del
Ordenamiento Territorial. Apuntes de las clases sincrónicas.
Massiris, A. (2005). Fundamentos Conceptuales y
metodológicos del ordenamiento territorial. Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia.
Sili, M. (2017). ¿Qué es y cómo se hace un plan de
ordenamiento territorial a nivel local? Webinar organizado por la Sección
Nacional del Ecuador del Instituto Panamericano de Geografía e Historia IPGH.
[1] Massiris, A.
(2005). Fundamentos Conceptuales y metodológicos del ordenamiento territorial. Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Pág 23
[2] Massiris, A.
(2005). Fundamentos Conceptuales y metodológicos del ordenamiento territorial.
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Pág 38.
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